
Por Lourdes Villanueva
Siempre que empezamos un proyecto para emprender, existe el riesgo de fracaso y, por consiguiente, surge miedo a que nuestro emprendimiento no funcione; sin embargo, este mismo miedo es el que nos debe motivar e impulsar para lograr nuestras metas. El problema surge cuando dejamos que el miedo detenga y frene todo el trabajo que hemos hecho.
El miedo a emprender surge ante una percepción de peligro, que a veces no es real, tanto en el presente, pasado, como futuro incierto, y se caracteriza por una sensación desagradable. En ocasiones el miedo es real, pues está asimilado con la dimensión de la amenaza, pero en la mayoría de los contextos no lo es. El miedo es común en todos los seres humanos, por lo que es muy habitual en los emprendedores.
Es por eso, que la única solución que nos queda, es aprender a convivir con el miedo. De eso se trata emprender; en hacer, probar, corregir y volver a intentarlo. Así que aceptemos el miedo como parte de la experiencia de emprender, como una manera de impulsar mi proyecto. Por tal motivo, algo primordial para nuestro emprendimiento es encontrar un socio o socios.
La socia o socio es tu parte complementaria, lo que a ti te da miedo a tu socia no le asusta; te ayuda a fortalecerte y a empoderarte. Es alguien que funciona como un motor para levantarte y darte un empujón cuando dudas de hacer algo, o simplemente te ayuda cuando tienes que tomar alguna decisión importante.
La manera de elegir un socio es encontrando a una o varias personas con intereses comunes, que pueda interesarles tu proyecto. Debe ser alguien de quien te fíes y que te haya demostrado a lo largo de los años que es de confianza; es importante tener una historia juntos antes de unir fuerzas.
La persona que elijas debe de ser alguien que, con la gente que ha tratado profesionalmente, hablan bien de él o ella y le guardan cariño; esto último es de vital importancia ya que no hay que olvidar que parte de su reputación se traspasará a tu proyecto. Básicamente, deberás buscar que las habilidades de tu compañero se complementen con las tuyas, y que juntos se unan estos atributos y trabajen juntos para ayudar a construir el pilar que defina un acuerdo exitoso de socio comercial.
Al trabajar con socios o trabajadores externos, se descubre una nueva forma de ver un negocio, ayudando a configurarlo para el futuro e incluso crear nuevas áreas para expandirlo. Con su ayuda tendrás una nueva visión de tu negocio y con los elementos correctos, se puede llegar al éxito.
Por tanto, divide las responsabilidades para adaptarlas a las habilidades y aptitudes por separado. Es mejor saber con precisión quién está haciendo qué y jugar con las fortalezas de los demás. La confianza va a ser algo que se seguirá trabajando todos los días; se debe seguir negociando para llegar a acuerdos y, por consiguiente, se va a seguir buscando y encontrando mejores oportunidades para tu negocio.
Así que, reconocer que no se puede hacer todo por una misma, no es debilidad; aceptar ayuda de otros puede ayudarte a mejorar, tener perspectivas diferentes y no estar sola a la hora de tomar decisiones. Compartir la responsabilidad, nos ayuda a ser más claros con nuestro emprendimiento y hace que el miedo se convierta en un compañero más en nuestro trabajo, con el que se puede lidiar pero que no puede detenerte.
Empieza a emprender, cree en ti y en tu proyecto, así también los demás creerán. Comienza dando pequeños pasos con firmeza y poco a poco tomarás la seguridad necesaria para continuar hasta lograr tus sueños.
“Los logros de una organización son los resultados del esfuerzo combinado de todos los individuos”