Estamos tan enfocados en lo que debería ser, que nos perdemos de tanto. Dejamos a un lado todo aquello que podría ser, y simplemente nos enfocamos en lo que sabemos del mundo, en lo que nos enseñaron. Replicamos todo aquello que creemos que es la absoluta verdad y no dejamos espacio para que nuestros hijos construyan realidades desde la magia, la espontaneidad, la inocencia de no saber. Llega una edad en que creemos que lo sabemos todo, que todas las respuestas están escritas en nuestra cabeza, pero entonces llega la vida y nos pone de cabeza, nos sacude, nos da cachetadas y nos grita: ¡despierta! Nuestra realidad no es como podría ser, y muchas veces ni siquiera es como creemos que es.
Estaba jugando con mi hija y le intentaba, de todas las formas posibles, enseñar que los zapatos de la muñeca iban en los pies. Y ella, no me prestaba mucha atención, hasta que cambié los zapatos, por unas ollas de juguete y entonces, ella lo vió y estalló de risa. Y entonces, llegué a lo anterior, que estamos tan enfocados en enseñar las cosas como son, como creemos que deben ser, que nos vamos olvidando de esa capacidad de innovar, de movilizarnos, de reaccionar ante la adversidad y simplemente, cuando las cosas no son como uno esperaba, nos paralizamos.
Incluso en los Reyes Magos, ahora que cerraron todo y de pronto «no había opciones» nos olvidamos de todo lo que podemos encontrar que también es divertido para ellos, esas sorpresas que les dan más vida de la que ya tienen. Un acto de perdón, un nuevo juego, compartir y también, están los libros. Esos mundos mágicos que nos enseñan tanto, que nos comparten gran parte del conocimiento que se ha ido aprendiendo durante tanto tiempo y aún así, muchas veces parece que nos detenemos y no sabemos ni por dónde.
¿Y la realidad? Es lo que vamos creando, la magia que le vamos poniendo a cada día y lo mucho que permitimos aprender de todo lo que vemos a nuestro alrededor, nuestras reacciones y nuestra propia sabiduría interior. Creo que si algo nos ha dejado el 2020 y nos sigue enseñando el año en curso es que siempre tenemos que renovarnos, mantener la esperanza, la magia y seguir construyendo un mundo increíble. Así es de maravilloso el poder compartir con nuestros pequeños su visión, sus experiencias, su forma de ver la vida y de hacerles saber que ellos también son unos maestros que nos vienen a dejar grandes lecciones de vida.
Así que los invito a todos los que me han leído hasta aquí, que exploremos nuevas formas de vivir la maternidad, de vivir la vida a cada momento y de darles también a nuestros pequeños otras formas de entender la vida y de permitirles que construyan su propio mundo. Y para eso, nosotros venimos a ser sus guías, y recuerda que lo estás haciendo de maravilla